COVID-19 y Trabajo Social fuera del ámbito institucional: nuevos horizontes de construcción disciplinar
COVID-19 y Trabajo Social fuera del ámbito institucional: nuevos horizontes de construcción disciplinar
Cristian Urbalejo Luna
Todo esto es trabajo decolonial: volver a la comunidad e
incluso al matriarcado, honrar la interdependencia de
todos los seres y valorar lo colectivo sobre nuestro propio ego.
Jade Begay desde Isla Tortuga
Introducción
Sin
duda, la situación del COVID-19 ha puesto de manifiesto que el
surgimiento de un evento extraordinario puede
mover muchas estructuras sociales, políticas, económicas y
culturales. Como ciudadanos
es claro que esta situación
genera un clima de incertidumbre que se agrava con el encierro en
nuestras casas. Sin embargo, vale la pena pensar en los nuevos
horizontes que se abren para nuestra disciplina a partir de lo que
posiblemente
es un evento que cambiará muchas cosas en lo social.
El presente trabajo tiene como finalidad explorar esas posibilidades que se vislumbran como un horizonte para pensar al Trabajo Social. Cabe mencionar que este trabajo no tiene la intención de demeritar el trabajo que se hace dentro del ámbito institucional, sin embargo, la realidad social y sus manifestaciones abren la posibilidad de generar mayores propuestas fuera de estos márgenes. ¿Por qué? Como veremos a lo largo de este trabajo, estas manifestaciones de lo social acontecen en un cuerpo social mucho más complejo, y en algunos casos, se encuentran en plena contradicción con los valores institucionales, que en sus manifestaciones más radicales operan desde la lógica del poder y del autoritarismo. En este trabajo se presentará otra perspectiva más cercana al ámbito comunitario. Al mismo tiempo, algunos autores citados presentan posiciones que no pueden ser resueltas dentro del ámbito institucional.
Nuestra perspectiva del Trabajo Social tiene que quedar clara. Estamos hablando de una disciplina de carácter científico que busca intervenir en lo social desde una perspectiva estratégica e intencionada. Nos alejamos de la idea de que el Trabajo Social busca ayudar, que es una disciplina que viene de la filantropía o la caridad, o que ésta depende de la vocación y la personalidad asistencial de quien la ejerce. Como disciplina social con una pluralidad de metodologías creemos en el carácter científico del Trabajo Social y su capacidad de analizar y de intervenir desde la responsabilidad y la seriedad metodológica.
Iniciaremos el análisis con el debate y las reflexiones entre filósofos de varias geografías en torno al COVID, para después bajar esa discusión al ámbito latinoamericano desde una visión de lo comunitario y específicamente lo social para cerrar hablando de las perspectivas de horizonte para que el Trabajo Social responda a esta crisis social. Estas propuestas de trabajo y de intervención no son arbitrarias, sino que se nutrirán con los diferentes testimonios y propuestas que han surgido desde abajo, tanto como propuestas o alternativas de futuro, como medidas que ya se están implementando en el presente.
Dicho sea de paso, y como lo reiteran trabajadoras sociales como Susana Cazzaniga, Alfredo Carballeda, Manuel Mallardi, entre otras, debemos asumir una actitud crítica frente a lo que sucede. En este contexto reflexiones demasiado apresuradas pueden enredarnos en las respuestas automatizadas a la situación-problema1: talleres, dar información, canalizaciones, concienciación. Nuestra situación-problema extraordinaria también requiere de pensar en alternativas de solución novedosas. Esta actitud crítica no pretende ser prescriptiva ni normativa, sino poner sobre la mesa un debate que se vuelve necesario para el Trabajo Social, pues nos encontraremos en un momento en donde la cuarentena sea levantada y podamos regresar a campo.
Una discusión surgida en Europa
En
marzo de 2020 sale a la luz un libro que compila varias reflexiones
mayoritariamente
de
pensadores europeos en torno a la pandemia llamado Sopa
de Wuhan. Nos
basaremos en este libro para reflexionar en torno al COVID-19 y las
manifestaciones que surgen en lo social a partir de ello.
Uno de los temas centrales de las
reflexiones gira en torno a la restricción de las libertades. Giorgo
Agamben dirá que el temor al contagio del otro es una forma de
concretar dichas restricciones. ¿Estamos camino a un Estado de
excepción global? Sin duda, estos estados de pánico colectivos
generan un temor al otro, un temor que de por sí la modernidad
capitalista había alimentado durante varios años para justificar
procesos de colonización en África, Asia y América Latina. ¿Qué
hay de particular en este pánico colectivo?
Žižek,
con cierto dejo de optimismo, menciona
que
este pánico colectivo nos llevará a pensar una sociedad diferente,
una sociedad sin estados-nación y a repensar el comunismo. Hecho
contradictorio, para él, es pensar que el aislamiento nos está
acercando a un estado de solidaridad global. Pero Agamben no es tan
optimista, y afirma que dicho aislamiento más bien nos acerca a la
degeneración de las relaciones sociales. Un ejemplo a favor de esta
tesis son los casos recientes en México de personas agrediendo al
personal médico por miedo al contagio (Reyes, 2020); (Heras, 2020).
De nuevo, el miedo al otro nos lleva al debilitamiento
de nuestras relaciones sociales.
Esto tiene su correlato en lo que Butler llamará la capitalización del sufrimiento global. A pesar de el declive de ciertos sectores de la economía debido a la pandemia, el capital se sigue esforzando por encontrar la manera de seguir capitalizando o generando capitales a partir del sufrimiento que se está dando en ciertos lugares del mundo debido al COVID-19. Esto sólo genera aún más debilitamiento de las relaciones sociales. Butler (Agamben et al., 2020: p. 60) escribe al respecto que:
la llegada de empresarios ansiosos por capitalizar el sufrimiento global, todos dan testimonio de la rapidez con la que la desigualdad radical, que incluye el nacionalismo, la supremacía blanca, la violencia contra las mujeres, las personas queer y trans, y la explotación capitalista encuentran formas de reproducir y fortalecer su poderes dentro de las zonas pandémicas.
Este debilitamiento de las relaciones sociales que encuentra sus expresiones en la lista que enuncia Butler, atravesará lo social, impacto que no podemos prever cuando la cuarentena termine. Lo que esto genera son distintos tipos de discriminación que se verán exacerbados. Y la misma autora se pregunta si seremos capaces de significar más allá de los valores que el capitalismo nos impone. ¿Seremos capaz de superar las lógicas relacionales impuestas por el capitalismo y exacerbadas por la situación de la pandemia?
David Harvey, por otro lado, hace alusión a movimientos sociales importantes que ya se estaban gestando anteriormente a esta crisis y que habían ya señalado que el modelo económico actual no estaba funcionando para las grandes mayorías. Sin embargo, estos despliegues de poder que se han dado para contener dichos movimientos están tomando en algunas regiones del mundo formas alarmantes. Que no solamente van dirigidas unilateralmente de los gobiernos a la población, sino que al estilo del panóptico de Foucault, han generado lo que Harvey ha llamado “una pandemia de clase, género y raza”.
Esto implica un reto profesional muy fuerte. El debilitamiento de las relaciones sociales, ya laceradas y quebrantadas por un proceso de guerra interna, en el caso de México, han dado forma a sus formas más violentas, en aquello que podríamos llamar esa pandemia de clase, de género y de raza. Dos ejemplos que lo ilustran con claridad son las negativas generales de recibir un crucero con personas infectadas por Coronavirus (Sin Embargo, 2020) y la otra, la situación de migrantes en la frontera sur en situaciones alarmantes (Butrón, 2020).
Siguiendo con el libro de Sopa de Wuhan, Byung-Chul Han, quien se muestra menos optimista sobre el futuro, y en clara confrontación con Žižek, pronostica que el modelo de vigilancia chino utilizado para rastrear a los infectados y mantenerlos bajo estricta y severa vigilancia, será replicado en Europa y posiblemente en otras partes del mundo. Y adicionalmente menciona que en estas épocas en la que toda comunicación se ha vuelto virtual y que imperan los fake news, surge una apatía hacia la realidad. Y dado que hay un auge en el encierro de productivismo, en la llamada sociedad del rendimiento, uno “guerrea contra sí mismo”. La cultura del me gusta, suprime la negatividad -tal vez contra la positividad de Žižek- y nos obliga a ser positivos todo el tiempo. Esta conmoción, para Han y junto con el pronóstico de Zibechi, es el escenario perfecto para instaurar nuevos órdenes de gobierno. Al final Han (2020) cierra con una nota entre la negatividad y la positividad:
Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta. (p.111)
Estas reflexiones son sumamente importantes para pensar el horizonte del Trabajo Social frente a la pandemia por COVID-19. Por un lado, pensando que estas relaciones sociales debilitadas y exacerbadas por modelos de gobierno que aprovechan la situación-problema son el objeto de intervención2 del Trabajo Social mismo. Nuestra disciplina tiene frente a sí el reto de la reconstrucción de estas relaciones sociales por otras diferentes. Crear estrategias y modelos de intervención que nos permitan contribuir a la erradicación de las pandemias de clase, de género, de raza y de tantas otras formas de discriminación. Una tarea de largo aliento. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que la lógica del Estado, y siguiendo las predicciones más negativas y las moderadas, buscará la manera de dar más aliento al modelo de producción actual aún a costa de vidas humanas. Esto implica el reto de pensar al Trabajo Social en esta situación-problema fuera del ámbito de las instituciones que construyen en este mismo sentido. De ello ahondaremos más en la última sección de este trabajo.
Reflexiones y alternativas desde el Sur Global
Como
contra-narrativa a las reflexiones de los países del Norte, surge
otro trabajo llamado Todo lo que nos queda es (el)
ahora editado
por Lareci Libros. Analizaremos algunas de las reflexiones ahí
contenidas para pensar, además de las problemáticas surgidas a
partir de la pandemia, alternativas que las poblaciones de nuestras
geografías han ideado para seguir en sus resistencias.
Este libro está en general atravesado por la idea de “comunidad”. Un concepto que en nuestra disciplina es tan utilizado pero que, posiblemente, a partir de esta experiencia podamos dimensionar menos idealmente y con mayor materialidad. Como lo ilustra Yásnaya, mujer mixe3, en palabras de su tatarabuelo: “no creamos esa mentira de que el bien individual se opone al bien colectivo”. Y en palabras de Yásnaya (2020): “Si la propagación del virus muestra los resortes de las estructuras interrelacionadas en las que habitamos, solo la colectivización del cuidado puede parar la pandemia (p.18).” Es claro que la opción en nuestra geografía es la colectivización del cuidado. Pero no pensemos que sólo es un cuidado del cuerpo, sino un cuidado social, cultural, económico y de todas esas aristas invisibles que atraviesan lo social.
Pero hay otro aspecto, que es el opuesto a la colectivización del cuidado, y que es la necropolítica. Un concepto que para muchos es una realidad latente. Por ejemplo, el tratamiento que se les está dando a los adultos mayores por sobre de los jóvenes, como lo establece la Guía Bioética de asignación de recursos de medicína crítica (Aristeguí Noticias, 2020). La muerte no afecta a todos por igual. Aunque se ha repetido ocasionalmente que la muerte no tiene género ni clases sociales, lo que en cierta medida es cierto pero también nos desvía la mirada de la administración de la muerte. El Estado decide quién vive y quien es dejado a su suerte. Sayak Valencia le llamará la gestión de la necropolítica. Sí. Pero también nos remitirá a la gestión de la psicopolítica y la gestión de nuestras afecciones. ¿Por quiénes si vale la pena sentir empatía?
Esa política de las afecciones se ve agravada porque hoy día, debido al confinamiento nos vemos en la necesidad de contactarnos con muchas otras personas a través de una pantalla. Se ha dicho que el distanciamiento es físico pero no social. Sin embargo, no se ha reflexionado lo suficiente sobre el impacto en las relaciones sociales y afectivas debido a esta dinámica. Hemos visto en recientes días un grupo de mexicanos de clase alta, pertenecientes la mayoría de ellos al sector del entretenimiento cantando “Cielito Lindo” y grabado con sus celulares (El Siglo de Torreón, 2020). El clasismo se manifiesta aún desde lo virtual. Mientras la gran mayoría de mexicanos se angustian debido a su situación económica debido a la pandemia, otros celebran con ese exceso de positividad del que habló Han. Y mientras tanto México expulsando migrantes y teniéndolos en situaciones degradantes, inhumanas y expuestos a ser contagiados por el COVID. Regresando a la reflexión de Sayek, ¿por quiénes nos es permitido sentir empatía?
Y a ese respecto cabe preguntarse: ¿importan las vida de las comunidades originarias? ¿importan las vidas de las comunidades afrodescendientes? En Brasil las vidas de éste último sector en las famosas fabelas importan todavía menos. Son vidas expulsadas. Se ha hablado incluso de una limpieza racial gracias al COVID y el gobierno del ultraconservador Bolsonaro, quien simplemente prefiere perder estas vidas que las vidas blancas, aquellas por las que sí vale la pena sentir empatía.
Pero entre las alternativas que han surgido de estos escenarios, que si bien reflejan un poco las realidades expuestas desde Europa, no terminan por adaptarse a los contextos de nuestras geografías. Desde muchos territorios hay alternativas para mejorar la sociabilidad, y como lo menciona Andrés Kogan (2020) en Chile: “la agroecología es el resultado de vínculos con movimientos sociales y organizaciones campesinas, indígenas, de mujeres y trabajadores rurales sin tierra, los cuales conciben la alimentación autónomamente, situada a los territorios” (p.81). Es decir, que muchas poblaciones construyen otros tipos de sociabilidad como manera de prevenir, de la colectivización del cuidado social, que están directamente relacionados con la tierra, pero como veremos más adelante, pueden tomar otras formas en los ámbitos urbanos. Debemos construir, desde nuestras posibilidades y desde el Trabajo Social esas maneras diferentes de construir la socioabilidad. Los proyectos sociales que buscan construir futuro no solamente implican nuevas maneras de producir para sobrevivir, sino también de relacionarse socialmente para sostener dichos proyectos. Ahí debemos situar nuestra mirada.
Para Sherronda Brown (2020), es muy claro entonces que hay una causa ligada directamente a estas degeneraciones sociales:
El capitalismo, la supremacía blanca y el colonialismo –no la humanidad– son los condicionantes que alimentaron la destrucción de los hábitats naturales, el envenenamiento y la contaminación de nuestras fuentes de agua, así como la profanación de la salud de nuestro planeta y nuestros cuerpos. (p.81)
Claramente es que esta dinámica social tiene que tomar otro rumbo. Pero no bastan las intencionalidades por sí mismas. La pandemia nos abre la posibilidad de repensar la manera en la que hemos vivido hasta ahora. Como muchos movimientos sociales lo han mencionado: lo terrible sería volver a la normalidad en donde en lo social se gestaban todas estas situaciones-problema. El Trabajo Social tiene mucho que reflexionar y decir al respecto, pero aquello lo veremos en la siguiente sección.
Lo que nos advierten nuestros pensadores y pensadoras del Sur Global es la posibilidad de caer en un individualismo tóxico, situación que genera situaciones-problema de todo tipo. La pandemia tan sólo ha vuelto más manifiesta su latencia en nuestra sociedad. Es posible que anteriormente nos negásemos a ver, pero como escribiría recientemente Agamben: “el miedo nos obliga a ver”. Begay nos manda una señal de alerta cuando nos dice que debemos descolonizarnos del individualismo y regresar a los cuidados comunitarios. Y no se piense que con comunitario estamos pensando en aquella comunidad rural idealizada, sino en las comunidades que somos capaces de formar colectivamente, ya sea en lo rural o en lo urbano. Sahumar los pies y prepararnos para construir lo comunitario, es la invitación de las comunidades.
Las comunidades proponen atrevernos a ver en dónde residen los huecos en nuestros espacios colectivos, las ciudades, el campo y en nuestras naciones en general. ¿No es esta parte de la labor del Trabajo Social desde lo comuntario? La identificación de las situaciones-problema, el trabajo con los sujetos para la construcción de un cambio social estratégico, la construcción conceptual del cambio, la resignificación de las relaciones sociales4.
Finalmente Carlos Taibo se preguntará si acaso es posible ejercer una solidaridad desnuda desde abajo, no forzada y desinteresada. Nuestra respuesta es que esto no es una cuestión que se dé por sí sola. No todos los sujetos sociales nacimos en contextos donde aprendimos a ser solidarios con el otro. La pandemia está recrudeciendo nuestro miedo a la solidaridad, pero también en algunos espacios está logrando lo contrario. Taibo aboga por construir espacios autónomos. No ahonda en qué entiende por un espacio autónomo, sin embargo, si reflexionamos un torno con respecto a la autonomía -con el EZLN como el ejemplo más paradigmático en nuestro país – podemos entender la necesidad que existe de recrear los espacios sociales (Tello & Ornelas, 2017) fuera de los ámbitos institucionales como única opción viable para la intervención desde el Trabajo Social. Procurar el acercamiento entre sujetos para que recreen los espacios sociales en un contexto postpandemia es un horizonte de posibilidad viable para el Trabajo Social. Esto nos lleva finalmente a la última parte de este trabajo.
Nuevos horizontes de construcción disciplinar
Como ya se ha escrito, el escenario mundial es complejo. Las reflexiones que vienen desde Europa no alcanzan a abarcar los contextos del Sur Global. En nuestras geografías se ha reflexionado en torno a la pandemia y las posibilidades de acción. La modernidad capitalista ha desencadenado, con la pandemia como excusa, algunas de sus peores manifestaciones en países como China, en algunos países de América Latina donde se han registrado excesos (Milenio, 2020) para disciplinar a la población a seguir las medidas de cuidado.
Hay 3 ejes de atención que parecen prioritarios para observar desde nuestra disciplina para analizar e intervenir: a) El debilitamiento de las relaciones sociales b) la exacerbación de la discriminación en todas sus manifestaciones c) la colectivización del cuidado. Las primeras dos son de análisis mientras que la tercera es de intervención, por lo cual nos centraremos más en ésta última.
La degeneración de las relaciones sociales y la exacerbación de la discriminación
Carballeda (2020) abre su texto Apuntes sobre la Intervención del Trabajo Social en tiempos de pandemia de COVID19 con una aseveración interesante:
Los trabajadores sociales sabemos que como toda enfermedad, el Covid-19 es una enfermedad social, es decir no puede ser pensada solo desde la medicina, la biología o los efectos psicológicos. De allí que lo social la atraviesa totalmente, dándole sentido, heterogeneidad y diferente impacto tanto a nivel singular como territorial.
Si bien quienes están muchas veces en el centro de la atención pública son aquellos profesionistas y personal que están directamente laborando en las instituciones de atención a la salud, Trabajadoras Sociales incluidas. Si tomamos en serio la afirmación de Carballeda, entonces quienes no estamos en ese frente debemos de plantear qué de lo social está siendo atravesado en este momento por la enfermedad, y dotándola de sentido frente a una lectura de la realidad sobre lo que hoy acontece.
Ya hemos dado una explicación sobre el debilitamiento de las relaciones sociales a raíz de la pandemia. Este debilitamiento es causado por la construcción que estamos haciendo del otro a raíz de las condiciones sociales, económicas y políticas que han surgido a partir de esta medida. Mirar con atención la manera en la que este fenómeno se transforma es indispensable para pensar en el papel que el Trabajo Social puede jugar. Esta mirada implica lo que Zemelman (s.f.) llamará un “pensar epistémico”, significa relacionarnos realmente con el fenómeno y la realidad social, más allá de elaborar discursos teóricos ya construidos. Esto es especialmente relevante dado que ésta pandemia es un momento histórico realmente extraordinario.
En primer lugar debemos reiterar que desde nuestra perspectiva el objeto de intervención del Trabajo Social son las relaciones sociales insertas dentro de lo social. Esto implica que para hablar del debilietamiento de la relaciones sociales, debemos empezar entonces haciéndonos la pregunta de intervención5 sobre cómo combatir esta degeneración en el contexto de la pandemia por COVID-19. Una pregunta de intervención que sea pertinente, pero también lo suficientemente acotada para que sea realista en términos de ejecución tanto material como humana. Por poner algunos ejemplos: “¿Cómo reestablecer las relaciones sociales en adultos mayores después de un proceso largo de aislamiento social?”; “¿Cómo crear redes de apoyo social en colonias populares de la CDMX?”. Sin embargo, es muy importante que pensemos estas preguntas en torno a la pertinencia de las mismas. En Trabajo Social muchas veces tenemos el hábito de pensar temáticamente sin reflexión, pensando que las áreas de intervención de la disciplina ya están dadas y son inamovibles.
Cazzaniga (2020) ha propuesto la necesidad de mirar las “condiciones de vida” de la población, pero a nuestro parecer, todavía desde una perspectiva de la asistencia. Lo cual no está mal, dados los diferentes puntos rojos que han surgido a partir de esta experiencia. Pero, para nuestro objetivo, debemos pensar cómo ampliar éste término para pensar en las condiciones de vida dentro de un proceso de lo social. Sin duda, la construcción de redes, que no se limiten a lo económico ni a la gestión y diálogo con el Estado, pueden ser un espacio donde los sujetos, con su capacidad de HACER, puedan repensar sus condiciones de vida, y sobre todo, recrear el espacio social que funge como condición de posibilidad para que esas condiciones sean dignas o no lo sean.
Entonces nuestras preguntas de intervención pueden ir en torno a la construcción de redes que prevengan el debilitamiento de las relaciones sociales, producto de la construcción de miedo y de vigilancia del otro, para reflexionar en torno a las condiciones sociales y los espacios sociales que son el sustento de esas condiciones de vida. Esto se vuelve importante dada la tendencia que tenemos, al menos en América Latina y gracias a nuestra historia, de esperar muchas de las veces que el Estado actúe y resuelva todo. Si bien, su responsabilidad sería el de posibilitar condiciones de vida digna, en un contexto como el actual los sujetos no pueden esperar a que esto suceda.
Siguiendo a Carballeda en el texto ya mencionado, debemos ser capaces de hacer un análisis desde perspectivas situadas, con las particularidades que cada uno de estos espacios sociales podría exigir de nosotros en espacios no acotados a los de la salud. Cada contexto tendrá su propia particularidad. Sin embargo, nuestra propuesta es no perder de vista la manera en la que se están configurando las relaciones sociales y la posibilidad de ver éstas (en algunos casos ya se está viendo) degenerando en: violencia, autoritarismo, falta de autonomía, inmovilismo, temor, apatía, individualismo, etc. Es precisamente en estos espacios sociales situados, cotidianos en donde se están reproduciendo este tipo de relaciones sociales derivadas de un contexto como el actual, como diría Mallardi (2020): lo cotidiano ha entrado en crisis.
Es importante resaltar esto porque a veces miramos lo Macro Social pensando que ahí es donde se dan las grandes crisis que afectan a los sujetos individuales o colectivos. El espacio Micro Social, sin embargo, es igualmente importante porque es en este espacio donde se tejen y entretejen las relaciones sociales que le dan su carácter situado a lo social. Si lo cotidiano ha entrado en crisis, debemos de mirar y analizar las formas debilitadas de las relaciones sociales, mencionadas anteriormente.
Si está crisis de lo cotidiano nos lleva por el camino de la discriminación, de ver al otro como potencialmente peligroso, de reforzar la idea de que el otro es el bárbaro, el irracional y que, dado que supone un peligro tiene que ser disciplinado, esto nos llevará a la conformación de una sociedad que vaya en el sentido opuesto de lo que Yásnaya señala: priorizar de nuevo lo individual por sobre lo colectivo. Si ambas instancias no se encuentran dialécticamente, la discriminación resquebrajará el tejido social, tan necesario para poder sobrevivir a esta crisis pandémica y social. El Trabajo Social tiene que pensar en maneras de intervenir para evitar que estos procesos lleguen a sus extremos más radicales, que como hemos visto históricamente significa la confrontación y la eliminación vital del Otro.
Para ello no basta con una intencionalidad a nivel del análisis y la reflexión, sino que también estamos frente al reto de lo metodológico. ¿Cómo actuar frente a esta crisis sin las herramientas necesarias? La reflexión por sí misma no bastará para dar una respuesta contundente. Estamos frente a la necesidad de definir el problema de intervención, pero no ya desde lo teórico -lo cual sería difícil dado que no hay teoría que dé cuenta de este momento histórico emergente- sino desde el “pensar epistémico” de la propuesta de Zemelman para después pasar a la “irritación de los procesos sociales” en términos de la propuesta Ornelas-Tello. Irritar procesos sociales que están degenerando en las formas de discriminación que anteriormente mencionábamos. Esto nos lleva a nuestro siguiente punto.
La colectivización del cuidado
Para retomar la idea de Yásnaya, ¿cómo colectivizar el cuidado social? La idea no es, tampoco, que todo quede en manos de el Trabajo Social, ni de las otras disciplinas que puedan hacer parte de las estrategias de intervención propuestas. La importancia de “desencadenar rupturas en las secuencias sociales” (Tello & Ornelas, 2017) supone trabajar colectivamente a través del diálogo y la reflexión. Los tres momentos propuestas por las autoras: a) Reconceptualización del problema b) Resignificación de las relaciones c) Recreación de espacios; supone de las trabajadoras sociales un reto mucho mayor que trabajar temáticamente con lo que tradicionalmente se nos ha dicho que es nuestra profesión. Esto no significa negar estos discursos, sino admitir que existe también la posibilidad de reconstruir los horizontes disciplinares.
Entonces, la reconceptualización del problema significaría pensar cómo podemos repensar los problemas derivados de la crisis social y sanitaria por la que estamos atravesando. Esto implica hacer una crítica fuerte al modelo de sociedad que actualmente tenemos, en múltiples dimensiones: la necropolítica, es decir, la capacidad del Estado de sacrificar algunas vidas consideradas desechables ,como lo vimos con la Guía Bioética6; las tensiones sociales que se manifiestan en estas situaciones extraordinaria que dan cuenta del nivel de desarticulación social, las múltiples violencias depositadas en el Otro, la incapacidad de los Estados de dar respuesta a las crisis, la apatía social, la precaridad que obliga a algunos a arriesgar su vida para poder sobrevivir, etc.
La resignificación de las relaciones implica pensar en cómo colectivizarnos y cuidarnos durante estos momentos difíciles. Para ello, hay que trabajar en dos sentidos: El primero es evitar el debilitamiento social y la discriminación que está sucediendo en muchos espacios sociales, y por otra, construir o preparar procesos sociales en dónde podamos fomentar una colectivización del cuidado. Ésta última manifestación se ha dado espontáneamente entre algunas personas, pero mientras no se vuelva parte del común de nuestras prácticas sociales corremos el riesgo de que éstas se conviertan en acciones aisladas sin viabilidad de largo plazo.
En último lugar la recreación de los espacios puede ser complicada en estos primeros momentos. Por la dificultad de encontrarnos presencialmente en los espacios donde usualmente se entretejía lo social, y por otro lado, por la disputa que el Estado podía ir haciendo de estos espacios. Pensar estratégicamente es animarnos a analizar cómo podríamos trabajar con los espacios actuales y los más cotidianos: los espacios que habitamos. Sin embargo, ha aparecido otro espacio social, que aunque no es físico, ha cobrado una relevancia inusitada. Los espacios virtuales a través de conferencias, encuentros, charlas entre amigos y familiares que también están dando configuración a lo social. Especialmente esto último requiere de un análisis profundo, pues es un espacio que recientemente ha sido estudiado y en el cual el Trabajo Social no ha hecho mucha investigación.
Y aquí me gustaría detenerme en la noción de la “Construcción Conceptual del Cambio” propuesta por Ornelas-Tello. En Trabajo Social pocas veces ponemos nuestra atención sobre la noción del cambio o la aspiración que tenemos con nuestra intervención. O a veces lo hacemos pero termina siendo una noción equivocada. En primer lugar porque esa construcción conceptual del cambio corre el peligro de ser una simple maquinación de nosotros como profesionistas sin tomar en cuenta al sujeto con el que pretendemos intervenir. En un primer momento es entendible que esta construcción se lleve a cabo por los profesionistas, pero es inconcebible que ésta no se vea trastocada por los sujetos que participan de la intervención. Pero por otro lado, nos hace falta pensar en esas perspectivas de futuro, pues estamos acostumbrados a nombrar sólo aquello que ya ha sido escrito, o a veces, no nos atrevemos a profundizar en las intuiciones o ideas que germinan durante la intervención por temor a no encontrar una réplica en los textos de Trabajo Social de las diferentes configuraciones de nuestra disciplina.
Si tomamos la idea de la Construcción Conceptual del Cambio en serio, entonces debemos admitir que existe una necesidad de pensar el futuro y el cambio con el que esperamos contribuir con nuestra intervención. En este sentido, vale la pena reflexionar en torno a la noción de la colectivización del cuidado para tener una mirada más amplia de lo que significaría para el Trabajo Social trabajar la situación-problema desde esta perspectiva. En nuestro país tenemos múltiples ejemplos de comunidades que colectivizan el cuidado social de sus integrantes. Por nombrar algunos ejemplos tenemos El colectivo de mujeres Masehual Siuamej Monsenyolchicauani en Cuetzalan, los Caracoles Zapatistas en Chiapas, la comunidad de Cherán en Michoacán, o la Tribu Yaqui en Sonora. Estos espacios sociales son ejemplo de la manera en la que el cuidado social es colectivo, es responsabilidad de todos y de todas. No es espacio de este trabajo profundizar en esta idea, sin embargo, dejamos una noción general de cómo podría entenderse a lo largo de este trabajo.
De igual forma, las perspectivas que tenemos en el Trabajo Social Contemporáneo son más amplias y no nos limitan, como en la configuración Tradicional y la Reconceptualizada, a circunscribirnos a líneas de pensamiento muy específicas. Tenemos así alternativas que trabajan desde la perspectiva decolonial y la resignificación de las relaciones sociales desde la recuperación de los saberes y las epistemologías de los pueblos originarios; tenemos herramientas socioculturales, desde el trabajo con la palabra escrita y la narrativa para ubicar discursos sociales y reconceptualizar los problemas; o perspectivas críticas de la educación popular que buscan resignificar los espacios sociales dentro de las aulas.
La construcción conceptual del cambio dirigido hacia la colectivización del cuidado implica la utilización de muchas herramientas a nuestra disposición para construir modelos de intervención y estrategias de intervención que nos lleven a reconceptualizar, resignificar y reconstruir después de la pandemia desde otra perspectiva. Aprovechar el momento histórico para construir a partir de esta perspectiva no solamente implica intervenir con una situación-problema extraordinaria, sino también significa resignificar al Trabajo Social desde el propio quehacer.
Conclusiones
El Trabajo Social tiene la posibilidad de explorar nuevos horizontes disciplinares a través de la situación-problema que actualmente se presenta en todo el mundo. Desde las perspectivas situadas, América Latina comparte muchas particularidades. En México, tenemos la experiencia de un Trabajo Social muy cercano a las instituciones, y no tanto trabajo fuera de ellas. Abrir estos nuevos espacios sociales requiere situar nuestra mirada en nuevas formas de quéhacer del Trabajo Social. Esto implica la búsqueda de una autonomía metodológica, que no siempre existe dentro de las instituciones en donde los profesionistas a veces asumen más un rol operativo que propositivo.
Esta autonomía metodológica asusta a muchas colegas que se sienten perdidas sin un manual institucional. Precisamente, el “pensar epistémico” es más pertinente ahora que nos vemos obligados a pensar fuera del “pensar teórico”, dado que la situación-problema tan extraordinaria nos obliga a reconfigurar nuestras categorías, las preguntas, las maneras y sobre todo, a repensar el horizonte de futuro que tenemos como sujetos insertos en lo social.
La reflexión en torno al COVID ha generado muchos análisis de diferentes disciplinas, tanto en Europa como en América Latina. Y como bien lo proponen Ornelas-Tello, para nuestra disciplina no basta con hacernos estas preguntas de investigación o de cuestionamiento, sino que nosotros y nosotras debemos elaborar preguntas de intervención. De no ser así, nuestros análisis podrán ser muy agudos y acertados, pero nos estaremos olvidando de aquel elemento particular que diferencia a nuestras disciplinas de otras: pensarnos a través de la intervención social.
Hablar de nuevos horizontes disciplinares significa que estamos en la disposición de aceptar que la situación-problema rebasa el pensamiento tradicional del Trabajo Social. Lo social, con toda su complejidad nos requiere pensar en ese horizonte que no está acabado, que plantea más preguntas que respuestas y que nos sigue situando en la incertidumbre, en la posibilidad de equivocarnos y de autocorregirnos. Pero sin duda que, si el planteamiento de los sujetos sociales del México de abajo plantean que “la normalidad era el problema”, debemos escuchar con atención que la profesión que ejercemos no estaba exenta, en algunos espacios, de fortalecer y defender esa normalidad. Se nos presenta una oportunidad histórica: caminar hacia esos nuevos horizontes difusamente construidos, o seguir reproduciendo una normalidad claramente delimitada.
La normalidad contra la que queremos construir es en la posibilidad de una sociedad futura que restringa todo tipo de libertades y de derechos; que la pandemia de clase, raza y género se expanda al mismo ritmo que la pandemia por COVID-19, o aún peor, de manera más acelerada; que se construya una sociedad compuesta por sujetos apáticos e inmovilizados por el miedo o la falta de desarrollo de su capacidad de construcción; y una suspensión de nuestra capacidad de sentir empatía por el Otro, y seleccionando sólo a aquellos que de por sí ya gozan de varios privilegios sociales.
El Trabajo Social como disciplina tiene frente a sí la posibilidad de replantearse los horizontes de su actuación y de su rol frente a la situación-problema que significa la pandemia. Esto implicará reunirnos y encontrarnos como gremio, en nuestras similitudes y diferencias, y construir, dialogar, sistematizar, proponer y hacer. De esta manera, podremos dar respuesta a lo que venga después del confinamiento, generado por esta pandemia que no es sólo biológica, sino también social.
Referencias
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(el)AHORA. México: Lareci Libros.Butrón J. (2020). Denuncia ONG abandono de migrantes en Chiapas por parte del INM. México: La Razón. Recuperado de: https://www.razon.com.mx/mexico/denuncia-ong-abandono-de-migrantes-en-chiapas-por-parte-del-inm/
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Zemelman, H. (Sin Fecha) Pensar teórico y pensar epistémico: los retos de las ciencias sociales latinoamericanas. México: IPECAL.
1Nuestro referente teórico metodológico para el siguiente trabajo será la propuesta de Adriana Ornelas y Nelia Tello. Nos parece que su propuesta metodológica es más fructífera para pensar en alternativas de solución frente a otras propuestas que se centran más en la crítica discursiva, dejando en segundo plano lo metodológico. O bien, dejando lo metodológico en manos de otras disciplinas.
2Siguiendo con la propuesta de Adriana Ornelas y Nelia Tello nuestra perspectiva será pensar que las relaciones sociales y el cambio social generado a partir de la intervención con éstas será el núcleo de la intervención misma. Ver Estrategias y modelos de intervención de Trabajo Social: aportes para su construcción de ambas autoras.
3En este mismo libro se puede encontrar la respuesta que la comunidad mixe de Ayutla ha tenido con respecto al coronavirus. Es importante resaltar que se ha priorizado lo comunitario aún a pesar del miedo que se ha generado en torno al otro. Se ha optado por reforzar los lazos sociales en tiempos de incertidumbre.
4De nuevo en seguimiento de la propuesta de Tello & Ornelas. Resignificar las relaciones sociales sería una de las tareas prioritarias después de la crisis social generada por el COVID-19. Así lo ponen de manifiesto las múltiples reflexiones continentales e intercontinentales. Al final la lucha es por reconstruir las relaciones desde lo comunitario para resistir al procesos de degeneración de lo social y de la priorización de las mercancías por sobre de la vida humana y no humana.
5Retomamos la propuesta Ornelas-Tello de nuevo para enfatizar que si la actividad central del Trabajo Social es la intervención, entonces vale la pena suponer que debemos iniciar nuestras propuestas de intervención con una pregunta de esta naturaleza, para subordinar dicha pregunta a una futura pregunta de investigación.
6Al momento de escribir estas líneas el Estado mexicano se ha deslindado de esta Guía y la ha rechazado. Pero, el hecho que permitió su existencia y su presentación institucional como una opción de viabilidad es algo que deja a la reflexión.
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